La vía del cuerpo

En este vasto cuerpo se encuentran todas las enseñanzas, se encuentra el sufrimiento, la causa del sufrimiento y el fin del sufrimiento.
Buda.
El cuerpo es el contenedor de nuestra historia vital, en él se hayan las huellas de todo lo que hemos vivido, nuestras cicatrices hablan de nosotros a veces más que nuestras palabras.
Nuestro mundo sensorial toma forma desde que somos un embrión, ya en el útero sentimos el líquido amniótico sobre nuestra piel y los diferentes estímulos del exterior. Las experiencias vividas junto con emociones reprimidas, entre otras, se encarnan en una estructura más o menos rígida que conforma el carácter en el cuerpo. Esta estructura rígida fija nuestras limitaciones mentales y genera un mapa en el que se puede apreciar, por ejemplo, la manera en la que percibimos el mundo, zonas de carga, partes no integradas, entre otras. Por ejemplo, cuando un niño llora y sistemáticamente recibe como respuesta de su entorno el mensaje de "llorar no está bien", su estructura muscular se contraerá para contener la emoción y aprenderá a no llorar integrando y fijando en su estructura psicológica la inhibición emocional.
Esta estructura psicológica quedará escrita en el cuerpo mediante estas tensiones musculares, que se irán formando día tras día mediante la fascia muscular, un tejido conectivo fibroso, que envuelve los músculos tanto de manera individual separándolos unos de otros, como en los diferentes grupos de músculos que intervienen en el movimiento. Este tejido conectivo se encuentra también alrededor de los huesos, nervios, vasos sanguíneos, órganos y células. Rodea y penetra todas las estructuras del cuerpo desde la cabeza a los pies creando continuidad y unión. Biológicamente es lo que nos mantiene unidos.
Además de vivencias traumáticas, emociones no expresadas o no sacadas de lo inconsciente, también un cuadro de estrés, una mala higiene postural, traumatismos, sobrecargas, pueden producir rigidez en la fascia muscular que se mostrará en forma de tensión, dolor crónico, disminución del rango articular, entre otras; y que debido a la íntima relación entre nuestra parte física y la psíquica, pueden traer al presente historias pasadas no integradas.
Para liberar estas estructuras, primero debemos conocer cómo y dónde se sitúan estas tensiones en el cuerpo, traerlas a la consciencia, escuchar las historias que nos cuentan. Es común que este traer a la conciencia sea en momentos de la vida en el que el dolor o la tensión se hacen más presentes, o cuando nos llegan a limitar en nuestra actividad cotidiana.
Un pico de estrés, un periodo de insomnio, de ansiedad, un dolor puntual por una lesión o generalizado como en la fibromialgia, puede llegar a ser una guía en un camino hacia la sabiduría de nuestro cuerpo si lo atendemos desde un lugar de escucha respetuosa y de contacto consciente.
